A quienes leen mi dominical, esas tres personas que se mantienen ahí, les agradezco y les pido disculpas por no presentar una reseña este domingo 23. Sucede, querido lector, que estuve pensando un poco en dónde estoy y qué tiempo estoy viviendo. El martes 18 me encontraba en el paradero de buses frente a la universidad Católica. Era de noche y me despedía de una persona a quien estuve acompañando; detrás del paradero pasaron dos personas que se veían desarregladas, un hombre y una mujer, gritando «viva el presidente Gonzalo. Viva el pensamiento Gonzalo». Puedo asegurarles que me tuve miedo por un instante, pero sentí que no podía quedarme en silencio, así que grité también, les grité «terrucos» entre algunas groserías que acepto pero por respeto no pondré aquí. La mujer alzó la voz nuevamente y gritó que no eran “terrucos”. Dijo algo más que no pude escuchar porque el hombre empezó a gritar de nuevo; yo estaba algo fastidiado y solo me fui.
Aquí viene mi pregunta, lector, ¿en qué tiempo estamos? Sabemos que el terrorismo no ha desaparecido, pero ¿qué tan vigente está? ¿Cuánta fuerza puede tener? Eso solo pasó en unos minutos, una noche cualquiera de un día cualquiera; los que transitan por ese lugar sabrán si se ha dado antes o con qué frecuencia sucede.
Aparecer cerca a una universidad y decir tales cosas es hacer apología a un pensamiento e ideal que llevó al país a un conflicto que duró años y dejó innecesarias víctimas. Tuve la suerte de no vivirlo en persona, pero basta pasar por el ministerio de cultura y ver su exposición permanente para entender lo que significó ser peruano en ese momento.
Si no logras comprender cómo una persona que no vivió ese evento se siente afectada, he escuchado relatos y anécdotas que ponían mis problemas en perspectiva, entendía muchas cosas y comprendí porqué eran tan pocas las ocasiones en que oí mencionar el tema terrorismo en casa. No era la intención de la familia el mantener ignorante a una nueva generación, era la intención de olvidar un episodio oscuro del país.
Mis dominicales son, en cierta forma, informativos y de humor, pero en esta ocasión quise ponerme algo serio y dejar la gracia por un momento. Este domingo habrá una entrega más de Don Genco y todo continuará con regularidad, como he tratado de mantener estas semanas. Bienvenidos a la casa.